viernes, 25 de noviembre de 2016

#25N

#25N

“Vivas nos queremos”


El 25 de noviembre de 1981 fue declarado día Internacional contra todas las formas de violencia hacia las mujeres en el 1er Encuentro Feminista de Latinoamérica y el Caribe que se celebró en Bogotá, Colombia.  Ahí, mujeres feministas y activistas de la región denunciaron la violencia hacia las mujeres como un grave problema social que tenía que ser reconocido y atendido por los gobiernos.

Esta fecha recuerda a las hermanas Minerva, María Teresa y Patricia Mirabal, activistas políticas perseguidas, torturadas y asesinadas por la dictadura del General Leonidas Trujillo, en República Dominicana el 25 de noviembre de 1960.  

Desde ese momento y hasta hoy los casos de diferentes formas de violencia; y en particular el feminicidio en el país y en la región siguen ocurriendo cobrando dolorosamente la vida y sueños de cientos de mujeres. Tan solo en México se calcula que mueren alrededor de 7 mujeres al día en manos de sus parejas, familiares o algún conocido. A estos casos de violencia se suman el poco o nulo acceso de las mujeres a la justicia donde los principales obstáculos son las típicas frases cargadas de sexismo y misoginia por parte del personal de justicia: “no es tan grave”, “¿estas segura que quieres denunciar?”, “no hay manera de comprobar que eso pasó” entre muchas otras, lamentablemente.

La violencia o violencias hacia las mujeres se ve reflejada en distintas expresiones, a veces sutiles y otras tantas veces de forma más cruda. El acoso callejero, la violencia sexual, la discriminación hacia las mujeres son expresiones continuas de violencia que se va naturalizando social y culturalmente ante un discurso que termina por responsabilizar a las mujeres por la violencia de la que son víctimas, es así que una y otra vez, la culpa es de la niña, de la madre, de la que no se calla, de la que guarda silencio, de la que se apropia de las calles, de la que no sale de su casa, de la puta, de la “ama de casa” pero lo que se esconde detrás es una sociedad que no quiere ver libres y felices a las mujeres, niñas y jóvenes.
El 25 de noviembre no solo se conmemora un día para eliminar y erradicar todas las formas de violencia contras las mujeres, el 25 de noviembre también es un homenaje a las mujeres que como las hermanas Mirabal luchan día a día por una sociedad más justa para todas, donde la impunidad no sea la realidad de muchas mujeres y donde nuestros cuerpos no sean más, territorios de conquista.
El caso de las hermanas Mirabal también pone énfasis en la violencia que viven las mujeres que defienden los derechos humanos, que luchan por sus pueblos, por sus territorios y que con su labor rompen con los mandatos sociales que nos restringen al ámbito privado, buscando erradicar las desigualdades que siguen sometiendo a las personas.
Este 25 de noviembre es importante reflexionar, ¿Cómo la violencia contra las mujeres ha impactado nuestras vidas? La violencia contra nuestras abuelas, madres, hermanas o amigas, reflexionar sobre cómo nos impacta cuando todos los días, ¡todos los días! vemos una noticia que evidencia que las mujeres seguimos siendo víctimas de una sociedad que puede violentarnos y desecharnos con toda impunidad.
Esa reflexión es indispensable para que la lucha del 25 de noviembre iniciada hace tanto tiempo, se convierta en la lucha de todos los días que nos lleve a algún día vivir en paz, con la certeza de que podemos caminar sin importar la hora o el lugar con la certeza de que estaremos bien, con la certeza de que estaremos vivas.





Elige Red de Jóvenes por los Derechos Sexuales y Reproductivos A.C.
@EligeRed

miércoles, 12 de octubre de 2016

#FeminicidiosEmergenciaNacional





#FeminicidiosEmergenciaNacional





“El concepto de feminicidio abarca más allá de su dimensión legal de asesinato, e incluye situaciones en las que se acepta que las mujeres mueran como resultado de actitudes misóginas o de prácticas sociales”
Jill Radford


#FeminicidiosEmergenciaNacional se ha convertido en un grito unificado en redes sociales contra la oleada de feminicidios que vivimos en México; a través de este hashtag numerosas colectivas feministas y organizaciones de derechos humanos buscan evidenciar y denunciar que la violencia contra las mujeres a llegado a niveles de emergencia nacional.


Hace poco más de una semana, el pasado 30 de septiembre la normalización de la violencia llevó a que la vida de Paola Ledesma terminara en manos feminicidas cuando Arturo Delgadillo, la asesinó con un arma de fuego. Paola era una mujer trans que se dedicaba al trabajo sexual en la Ciudad de México. La noche de su asesinato hubieron testigos y videos, incluso se encontró al feminicida con el arma; sin embargo, la impunidad y las barreras para el acceso a la justicia en el país fueron evidenciadas una vez más, cuando el juez Gilberto Cervantes Hernández decidió dejar al asesino en libertad argumentando que “no había pruebas suficientes”, si, las testigos, los videos y el arma, no eran pruebas suficientes.


En Veracruz, en lo que va del año, 129 veracruzanas han sido asesinadas; en septiembre fueron contabilizados 14 casos, casi 3 mujeres por semana. Por otro lado,  a pesar de que desde el 28 de julio de 2015 existe una Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres (AVG) para 11 municipios del Edomex, en los últimos 18 meses han asesinado a 550 mujeres, de los cuales sólo el 18 por ciento de esos crímenes, se investigan como feminicidio.


Estos casos son el reflejo de una sociedad machista que fomenta el odio hacia las mujeres, en la que su cuerpo y su vida son representados como usables, desechables, maltratables, reemplazables. El caso de Paola y miles de mujeres más en el país evidencia el constante mensaje de impunidad e indolencia ante los casos de feminicidio “la vida de las mujeres, niñas y jóvenes no importa”. Los feminicidios se reducen a cifras de muerte.


La complicidad patriarcal entre feminicidas, funcionarios públicos y sociedad en general es alarmante. Vivimos una violencia institucionalizada; instaurada e invisibilizada por los gobiernos en los tres niveles. Las víctimas de feminicidio son expuestas a una re-victimización y estigmatización en las investigaciones judiciales. Incluso en la mayoría de los casos se justifica la agresión, se nos culpa a mujeres por ser infieles, desobedientes, por lo que vestimos, la hora en la que salimos o con quienes salimos.


En este contexto decidir terminar con una relación de violencia, romper con roles y estereotipos de género tradicionales, se vuelven factores de riesgo y vulnerabilidad para las mujeres, principalmente para las mujeres jóvenes.


Aunado a esto, los altos índices de feminicidio y crímenes de odio por orientación sexual en México son la punta del iceberg de la violencia sistemática y recrudecida  que se vive en el país. De acuerdo con cifras de Naciones Unidas, a partir del año 2008 el alza en la tasa de feminicidio es evidente alcanzando al día de hoy un promedio de 7 feminicidios diarios.


Es claro que a partir de la declaración de guerra “en contra del narcotráfico” durante el período presidencial de Felipe Calderón en 2006 hasta el actual gobierno federal a cargo de Enrique Peña Nieto, la violencia contra las mujeres y el alza de los feminicidios ha sido de forma cuantitativa y cualitativa en todo el país. Las mujeres han sido violentadas e invisibilizadas y no han sido incluidas en la agenda gubernamental sino solamente de forma superficial. Las mujeres jóvenes, las mujeres trans, las mujeres pobres, las marginadas, enfrentan, en el mejor de los casos, una ausencia de Estado cuando no un Estado que activa y explícitamente les violenta.  


Detener esta violencia no aparece como una prioridad, en tanto no se le pone freno y no se hace justicia. Ser mujer sigue siendo un factor de riesgo, seguimos siendo asesinadas por ser o decidir ser mujeres aquí, en donde no pasa nada, en donde reina la impunidad.
Queremos vivir libres y seguras, salir a la calle sin el miedo de no regresar.

Elige Red de Jóvenes por los Derechos Sexuales y Reproductivos
@EligeRed

martes, 27 de septiembre de 2016

“Antes de ser mujer eres madre”: La lucha por el derecho a decidir


“Antes de ser mujer eres madre”:  La lucha por el derecho a decidir


En septiembre hay dos fechas muy relevantes para la autonomía de las mujeres jóvenes: el 26 de septiembre día mundial de la prevención del embarazo en adolescentes y el 28 de septiembre día por la despenalización del aborto en América Latina y el Caribe.
Ambas fechas están íntimamente ligadas porque tienen en el centro un tema muy profundo en nuestra cultura y estructura social: la maternidad. Por tanto, se aborda un tema central para la autonomía de las mujeres: el derecho a decidir sobre nuestros propios cuerpos y vidas.


En esta sociedad una mujer que decide no ser madre -o serlo pero en los tiempos y condiciones que ella decide- es algo muy transgresor porque rompe con el ideal de la maternidad como fin último de toda mujer, el supuesto “instinto materno” que todas tenemos “naturalmente”. Transgrede la manera en que hemos sido educadas, la manera en que se nos ha enseñado nuestra valía como mujeres.


La maternidad y su idealización cultural profundiza las desigualdades entre hombres y mujeres, en tanto al no tener esta carga, los hombres tienen mayores posibilidades de
pensarse y construirse proyectos más amplios de vida, situación es que es muy visible desde la infancia. Como mujeres desde nuestra infancia, adolescencia y juventud los juegos y películas para niñas, las conversaciones en familia, contiene discursos donde la maternidad es la forma que tienen las mujeres para realizarse y ser reconocidas, en cambio para los hombres, el escenario desde la infancia es muy contrastante. 

La sublimación del papel de la mujer como madre está profundamente arraigado en el imaginario colectivo. La maternidad se muestra como una forma de reconocimiento social en el que se invisibiliza o se subsume el rol de las mujeres en otros ámbitos.

Ha sido muy fuerte encontrar que en el caso del embarazo en adolescentes la maternidad va acompañada de la necesidad de muchas adolescentes de sentirse valoradas, amadas, respetadas o por un profundo anhelo de abandonar el núcleo familiar debido a la situación de violencia que viven.

Y es importante señalar que no hablamos sólo del ser madre o no, sino de la libertad que tenemos para definir cómo elaboramos nuestra propia construcción de realización, plenitud y felicidad; la manera en que podemos tomar decisiones sobre nuestras vidas y cuales son las condiciones sociales, económicas y culturales que tenemos para hacerlo.

El movimiento feminista ha logrado grandes avances en la lucha por los derechos de las mujeres, incluidos los derechos sexuales y reproductivos. A pesar de esto, seguimos enfrentando una serie de limitaciones e intentos de retroceso en la legislación que vulnera el derecho a la libertad de las mujeres y que está permeado de ideologías o creencias religiosas por encima de los derechos de las mujeres.

Ninguna de nosotras está completamente libre del peso del “deber ser”, es un reto al que nos enfrentamos todos los días. Y, hablando de ideologías, uno de los discursos más poderosos a los que nos enfrentamos es el de la santificación de la maternidad.
Si, a muchas mujeres nos siguen pesando los comentarios como: “¿qué clase de mujer es aquella que se rehúsa a ser madre?”, “seguro se va arrepentir”, “ser madre es lo mejor que le puede pasar a una mujer”.

Pero, ¿y a las mujeres que deciden no ser madres? Mujeres a las que nos queda claro que la maternidad no es nuestra elección, no por “jóvenes” o por una “racha”, sino por la definición de otro proyecto de vida que incluso pasa por querer vivir nuestra sexualidad más allá de la reproducción.

En una sociedad conservadora y machista como la mexicana, las mujeres, adolescentes o jóvenes que decidimos ejercer nuestra sexualidad, solicitar métodos anticonceptivos o acceder a servicios de salud sexual, nos enfrentamos a la estigmatización por parte de la sociedad, de nuestra familia, pareja, del personal médico o de la comunidad.

Cuando hablamos de embarazo en adolescentes surgen una serie de comentarios sobre la capacidad de tomar decisiones de las adolescentes, de su inteligencia (o falta de), de su educación; y ni pensar en el aborto como una opción ante un embarazo no deseado, puesto que surgen comentarios sobre la moralidad de quien lo decide, su -falta de- instinto materno, su egoísmo.

Una y otra vez, nos encontramos con estos discursos en los que el sentido del cuerpo y la vida de las mujeres se violenta, se vuelve pública, bajo el juicio acusatorio de médicos, jueces, policías, líderes comunitarios.

La estigmatización por parte de la sociedad y las autoridades hacia las mujeres jóvenes en torno al ejercicio de nuestra sexualidad y a ejercer el derecho a decidir mediante la interrupción del embarazo, representa una seria limitante para el ejercicio pleno de nuestros derechos sexuales y reproductivos.

Los temas de acceso al aborto libre, gratuito y seguro; educación integral en sexualidad; diversidad sexual; acceso a métodos anticonceptivos, autonomía de las y los adolescentes se vuelven controversiales y son categorizados como discusiones morales, éticas, religiosas o médicas que distan mucho del reconocimiento y garantía de los derechos humanos.

Esta situación, sumada al contexto de violencia sexual, de género y social, discriminación, desigualdad, pobreza en los que ejercemos nuestra vida sexual genera condiciones de clandestinidad y prácticas que incluso ponen en riesgo la vida de las mujeres.

El embarazo en adolescentes no puede abordarse sin cuestionar el modelo socio-cultural que coloca a las mujeres solo como madres; no se puede prevenir sin reconocer que las mujeres, especialmente las jóvenes, son personas con capacidad absoluta de decidir más allá de la maternidad, sin que el Estado reconozca los derechos sexuales como derechos humanos y si no garantiza el acceso a las mujeres a una vida libre de violencia y el acceso a un aborto seguro y gratuito. No se puede plantear acciones serias al respecto, sin hablar de las desigualdades, pues finalmente ambos, el embarazo a edades tempranas y el aborto, son cuestiones de justicia social.

Elige Red de Jóvenes por los Derechos Sexuales y Reproductivos, A. C.
@EligeRed

martes, 13 de septiembre de 2016

"Rompiendo los mitos del feminismo"


"Rompiendo los mitos del feminismo"


"Yo creo que yo me hice feminista por puro sentido de la justicia, y sólo mucho más tarde supe articular conceptualmente qué me sucedía no sólo a mí sino al sexo femenino, en general, y cómo a lo largo del proceso histórico se había ido estableciendo esa verdad de exclusión en la que se nos obligaba a vivir."  


Amelia Varcácel


¿Feminismo? en torno a esta palabra existen muchos prejuicios, mitos, significados, pero sobre todo retos de lucha política, cultural y social. Es muy común que cuando se habla de feminismo se piensa que es un movimiento de los años setentas que reivindicaba sólo los derechos de las mujeres. Si bien el movimiento feminista ha hecho grandes aportes para el reconocimiento de los derechos de las mujeres, como el acceso a la educación, el ejercicio del voto, el derecho a un trabajo digno, y el derecho a decidir sobre sus vidas y sus cuerpos, el feminismo no se limita a reivindicaciones sólo de mujeres  sino que cuestiona las relaciones de poder que han producido desigualdades a partir de la raza, la clase, las formas tradicionales de la familia, el ejercicio de nuestra sexualidad, etc. El feminismo es un movimiento político-teórico que cuestiona las estructuras sociales, culturales y económicas que se ejercen a causa de un sistema de dominación patriarcal en el capitalismo.


Sin embargo, el feminismo es constantemente descalificado por  todos los  mitos que circulan por la calle y también por la red, lo que añade un grado más de desinformación y confusión. Es común que, cuando un tema nos invita a revisar nuestros valores, nuestra cultura, nuestras relaciones laborales y familiares, nuestra historia, nos invita a re-educarnos de alguna manera, aparezcan ciertas resistencias tanto personales como a nivel social. El  feminismo pone en cuestión las relaciones de poder tal y como el patriarcado las ha establecido históricamente.


Mitos como :  “El feminismo está en contra de la familia y de la vida”,  “Las feministas son asesinas de niños”, “Las feministas odian a los hombres” y “Feminazis” (equiparando este movimiento al nazismo), estigmatizan al feminismo y a quienes luchan por una sociedad más igualitaria, equitativa y que intentan transgredir los cánones tradicionales y opresores del sistema.


El feminismo apuesta por la diversidad, más allá de los estereotipos impuestos y reproducidos por la sociedad acerca de lo que “debe ser” una mujer y “debe ser” un hombre o una familia. Defiende la libertad de todas las personas  para tomar decisiones sobre su sexualidad y especialmente de las mujeres para decidir sobre sus cuerpos y maternidad, es decir, la libertad reproductiva.
Por medio de estos mitos no sólo se estigmatizan las luchas feministas sino que se afirma que el feminismo no tiene vigencia, que es caduco, que no tiene sentido que siga existiendo.  Se afirma: “El feminismo no tiene sentido porque la mujer ya es igual al hombre” “Las mujeres ya gozan de los mismos derechos que los hombre”.


¿Pero, realmente creemos que las mujeres tienen las mismas condiciones sociales, políticas y económicas que los hombres?


Basta con mirar las noticias del día a día sobre la violencia de género en México y el mundo, donde la primera causa de muerte de las mujeres en el mundo es por violencia de género y en México cada día son efectuados 7 feminicidios; es decir, asesinatos a mujeres por el simple hecho de ser mujeres. La violencia sexual, el matrimonio forzoso, la desigualdad salarial y otras expresiones de las estructuras patriarcales son algunos de los obstáculos a batir para desarrollar una sociedad justa y equitativa.


El camino por la lucha, por la igualdad y equidad aún no está concluida. Nuestra tarea es seguir luchando como mujeres, como jóvenes; ser parte de esa tradición histórica del movimiento feminista como mujeres de este tiempo para continuar luchando por nuestros derechos y mejores condiciones de vida.
Desde tu realidad ¿Qué opinas del feminismo? ¿Lo necesitamos?



Jessica Alcázar y Karen Vargas
Elige Red de Jóvenes por los Derechos Sexuales y Reproductivos
@EligeRed


jueves, 4 de agosto de 2016

De romances patriarcales y violencias de género


De romances patriarcales  y violencias de género 





 «El día que una mujer pueda no amar con su debilidad sino con su fuerza, no escapar de sí misma sino encontrarse, no humillarse sino afirmarse, ese día el amor será para ella, como para el hombre, fuente de vida y no un peligro mortal»


En el análisis que hacen algunas feministas confluyen tres elementos: el capitalismo, el patriarcado y la heteronorma o lo que algunas llaman el capitalismo-hetero-patriarcal el cual impone un modelo de amor, una forma de relacionarnos en pares que se reproducen y a su vez reproducen el sistema de desigualdad y opresión. En las sociedades occidentales este modelo de amor es posicionado como centro de aspiraciones en la vida de las mujeres.

En México son asesinadas 7 mujeres al día. Estas mujeres y jóvenes no fueron asesinadas por un desconocido o un psicópata como en ocasiones se dice en la prensa, fueron privadas de la vida por sus parejas o exparejas, sus novios, ese “príncipe azul” que les prometía amor eterno, esa persona que conocía sus sueños y aspiraciones.

Para algunas personas hay algo de romance en estas crueles escenas ¡como Romeo y Julieta! -se escucha en tono de suspiro-, para el resto la culpa es de las mujeres, “¿por qué no lo dejo si ya sabía cómo era?”, “Ella se lo busco”, “Es su culpa” “Te quiere por eso te cela” “No sabe cómo llamar tu atención” “Reacciona así, porque te quiere y no sabe cómo expresarlo” Pero la realidad es que para la mayoría de las mujeres el amor romántico se ha convertido en sinónimo de violencia, sufrimiento, denigración y muerte.

Y es que tenemos un serio problema con el amor y la violencia hacia las mujeres.

Como mujeres, a pesar de nuestra sensación de que “algo no anda bien”, interpretamos como  una demostración de “amor verdadero” actitudes de control y represión, convirtiendo incluso la celopatía en un termómetro de la intensidad del amor. En realidad son éstos  los primeros escalones para la construcción de una pareja asimétrica en la que el chico impone su criterio y la chica va siendo sometida poco a poco adentrándose en una espiral en la que a cada paso se añade un grado más de violencia. El amor romántico que se nos presenta mediante las películas, novelas, literatura, canciones como ideal a alcanzar impone un modelo de relacionarse desde la heteronorma y la desigualdad entre hombres y mujeres a través de mitos e ideales como los celos, la exclusividad, la creencia de que el amor verdadero perdona todo, el famoso “Si no se sufre no es amor”, “El amor es para siempre” y “La media naranja”.

La pervivencia de estos mitos ligan las relaciones afectivas con el control, los celos, los sacrificios extremos y el abandono del propio ser en manos del otro, originando una incapacidad de responder de forma temprana a las señales de una relación que puede convertirse en una relación violenta y destructiva. Sorprende que conceptos como el de respeto, igualdad, libertad, apoyo y ayuda mutua, no aparezcan en el primer lugar de las prioridades de una relación de pareja.

Es entonces que el entramado del amor romántico representa una herramienta de control que pone en riesgo la vida de las mujeres y perjudica profundamente la lucha por la igualdad de las mujeres y su autodeterminación. Es un amor basado en un modelo capitalista de posesión del otro(a) que reproduce los roles de género tradicionales y que se basa en el sufrimiento, sacrificio y entrega total de las mujeres.

Las feministas no sólo hemos cuestionado este modelo de amor, también en el día a día y a través de reflexiones colectivas hemos buscado otras formas de relacionarnos desde la autonomía, el goce, la libertad, el desapego.

Otras formas de amar son posibles y no hay una receta o un libro con 10 pasos para librarte del amor romántico, es un ejercicio cotidiano de deconstrucción constante de prácticas patriarcales para lo cual es importante desmontar  los mitos sobre el amor romántico, aquí se presentan algunos: 

Mito de la complementariedad o media naranja. Creer que es necesaria una pareja (la cual está predestinada) para ser completamente feliz en la vida.

Mito del razonamiento emocional. Creer que cuando una persona está enamorada de otra, es porque ha sido activada por esa persona una “química especial”.

Mito “sólo hay un amor verdadero en la vida”. Creer que si se deja pasar un amor, nunca se va a encontrar otro igual.

Mito de la perdurabilidad. Pensar que el amor romántico y pasional de los primeros meses de una relación puede y debe perdurar tras años de convivencia, el famoso “Te amaré para toda la vida”.

Mito del emparejamiento y conversión del amor de pareja en el centro y la referencia de la existencia personal“La entrega total”. Hace referencia al olvido de la propia vida, dependencia de la otra persona y adaptación a ella.

Mito de entender el amor como despersonalización.  Olvidar la propia identidad y sacrificar el yo.

Mito del matrimonio. Creencia de que el amor romántico y pasional debe conducir a la unión estable, exclusiva y monogámica.

Mito de los celos como muestra de amor. Se plantean los celos como una forma de expresar sentimientos positivos hacia la otra persona. No se cuestiona el papel de posesión y el inicio del espiral o círculos de violencia hacia la pareja.

Mito sexista de la fidelidad y de la exclusividad con diferentes juicios para hombres y mujeres sobre la propiedad de una persona sobre otra a través de la relación.


El amor romántico como lo definimos algunas feministas es una construcción social y por tanto puede deconstruirse, podemos desmontar los mitos del amor romántico y construir otras formas de relacionarnos, ser libres, sin jerarquías, posesión y violencia. No es una tarea fácil -cabe decirlo- pero es importante dar esa lucha. Necesitamos despatriarcalizar el amor, romper con las estructuras de opresión porque la lucha contra el sistema también implica luchar contra las dinámicas de su interiorización y su reproducción  en nuestros cuerpos y emociones. 




Equipo Elige
Elige, Red de Jóvenes por los Derechos Sexuales y Reproductivos 
@EligeRed



miércoles, 27 de julio de 2016

El autocuidado también es feminista




El autocuidado también es feminista 


 

Hablar de autocuidado es sumamente importante en un sistema capitalista donde las dinámicas laborales y de la vida cotidiana tienen un gran impacto en la salud y el bienestar de las personas. Es larga la lista de enfermedades que podemos enunciar provocadas por los altos índices de estrés, principalmente en las ciudades.

El contexto en el que vivimos y nos desempeñamos las mujeres, de violencia estructural, la cultura machista y precarización laboral son situaciones que implican enfrentar cotidianamente dinámicas extenuantes y altos índices de estrés con serias implicaciones negativas para nuestra salud física y emocional. Que en muchos casos ni logramos percibir, pues pocas son las veces que escuchamos a nuestro cuerpo y sólo en ocasiones reaccionamos cuando el colapso corporal es inevitable. 

Enfrentar esta dinámica, sanar el cuerpo y la mente, prevenir desgastes, saber poner límites e incluso tomar un descanso de nuestras dinámicas laborales, familiares y sociales se vuelve todo un reto ya que tenemos interiorizado uno de los roles más fuertes del patriarcado: el ser para los otros/as. 

Históricamente a las mujeres se nos ha educado para cuidar a las y los otros: alimentarlos, sanarlos, vestirlos, etc. El rol de cuidadoras que se nos ha asignado perpetúa la figura simbólica del eterno femenino, en tanto que se cree que las tareas del cuidado son parte de la naturaleza innata de las mujeres. Esta socialización del cuidado ha influido significativamente en la forma en la que las mujeres asumimos el autocuidado de nuestros cuerpos, vidas y salud ¡todo para los otros, nada para nosotras!

He ahí la importancia de reflexionar en torno al autocuidado. 

Desde la visión capitalista el autocuidado es un privilegio donde la felicidad y el bienestar son para ciertos grupos que tienen los recursos económicos para acceder a servicios médicos dignos, productos y servicios, tener tiempo de ocio y entretenimiento, etc. 

En una visión más amplia el autocuidado tiene que romper con la lógica capitalista y patriarcal de consumo. Por lo en este texto se comparten algunos puntos que inviten a la reflexión sobre lo importante que es el autocuidado desde una perspectiva feminista no sólo como una forma de participar en el movimiento feminista, sino como una forma de vida más sana, placentera y amorosa para todas las mujeres. 

1.- Tú: mujer, joven, feminista, lectora eres lo más importante. No en la lógica capitalista del individualismo sino en el sentido de poner nuestro cuerpo y necesidades primero, nuestros cuerpos y vidas son una prioridad. 

2.- Tu cuerpo es sabio ¡escúchalo! Tomate cinco minutos para sentirlo, habla de tus problemas, expresa cómo te sientes y qué necesitas física, emocional, económica y artísticamente, etc. 

3- Feminista, defensora, activista y todas las mujeres: nunca olvides ser feliz, divertirte haciendo lo que te gusta, descansa cuando lo necesites, vive plenamente aunque las demás personas te critiquen o juzguen. Recuerda no venimos a complacer a los/as demás. También tienes que pensar en ti.  

4.- Aprende a decir ¡No! Es importante saber poner límites así como conocer nuestras propias limitantes. 

5.- Construye y ejerce el autocuidado desde una lógica autogestiva no necesitas comprar o acceder a ciertos servicios o cosas para sentirte bien. Disfruta de las pequeñas cosas que te gustan como tomar una taza de café con una amiga, bailar o reír a carcajadas, ver una película, caminar, etc. Así de simple y transgresor es el autocuidado feminista. 






Jessica Techalotzi 
Elige, Red de Jóvenes por los Derechos Sexuales y Reproductivos A.C.
@EligeRed